Soberanía Indigena en Guatemala
Por Daniela Bueso, Co-Directora del Programa Centroaméricano
Durante siglos, los pueblos indígenas de toda América Latina han luchado contra la colonización, el desplazamiento, los derechos territoriales, y la recuperación de su soberanía indígena. En Guatemala, la guerra civil (1960-1996) provocó el desplazamiento de miles de personas en todo el país, obligándolas a emigrar a otros países vecinos. Después de los Acuerdos de Paz en 1996, muchas familias regresaron de México, donde se habían refugiado. A su regreso, encontraron que sus tierras no fueron reintegradas en sus territorios. Así fue como nació Utz Che', con grupos de comunidades desplazadas que se unieron y aplicaron al Fondo de Tierras, una organización gubernamental enfocada en el acceso a la tierra y el desarrollo sostenible en Guatemala.
En 2011, más de 100 familias desplazadas se autoorganizaron para comprar un terreno. Estas familias vinieron de la región norte de San Marcos y Huehuetenango, trayendo una interesante combinación de cultura e idioma (Mam y Español), para construir una comunidad ahora conocida como "La Bendición", ubicada en el Departamento de Escuintla. Hoy en día, aproximadamente 75 familias residen en La Bendición y la comunidad sigue destacándose por su fuerte liderazgo y capacidad de autogestión. Estas familias emprendieron la tarea de buscar tierras cultivables para establecerse y comenzar una nueva vida. Se fortalecieron y lograron obtener el apoyo necesario para cambiar gradualmente la comunidad y hacerla más habitable. La Bendición fue retomada de las cenizas por familias que siempre lucharon por un futuro mejor y reclamaron sus derechos.
Después de varios años de lucha, La Bendición logro una gran victoria, en junio del 2022, cuando finalmente celebraron haber resuelto el pago de la deuda agraria del territorio que ocupan y poseen desde el 2001, un proceso de lucha comunitaria y perseverancia por el acceso a la tierra en Guatemala cuyas condiciones han representado desafíos, sacrificios y el ejercicio de derechos. Ahora, el Bosque Comunal tiene una extensión territorial de 569.6 hectáreas, adyacentes a sus fincas locales, con múltiples uso.
Ahora, no solo cosechan los beneficios de proteger el suelo, las cuencas hidrográficas, los árboles y la flora y fauna, sino que finalmente obtienen el derecho a la auto determinación, la autonomía y la legitimidad como comunidad soberana. Permitiéndoles recuperar su cultura, idioma, sistemas sociales y legales, estructuras políticas y relaciones con su tierra.