Las Raíces de la Conservación del Agua en México
Mientras México experimenta uno de los años más calurosos y secos de los que se tiene constancia, la necesidad vital de proteger las cuencas hidrográficas sigue siendo prioritaria para muchas de nuestras comunidades asociadas. Este verano, casi el 68% del país se enfrenta a una sequía de moderada a extrema, y grandes zonas de Ciudad de México han estado peligrosamente cerca de perder por completo el acceso al agua.
Cuando los Aztecas fundaron Tenochtitlan – lo que hoy es Ciudad de México – sobre una isla lacustre, construyeron complejas redes de puentes y canales para gestionar los recursos hídricos circundantes. Sin embargo, los colonos Españoles drenaron el lago y llenaron los canales, ya que consideraban el agua una barrera para la expansión de la ciudad.
Con el tiempo, humedales, ríos y bosques han sido sustituidos por cemento y asfalto, bloqueando los sistemas naturales a través de los cuales se reponen los acuíferos de la ciudad. La privatización del agua y la minería han aumentado la presión sobre los recursos hídricos, y el cambio climático agrava la falta de agua en la región.
En medio de este difícil contexto, nuestra organización asociada más reciente, la Red Mexicana de Organizaciones Campesinas Forestales (RedMOCAF), está apoyando a los ejidos comunitarios en la restauración de los sistemas de agua – desde la raíz. Cómo entienden profundamente estas comunidades, el acceso al agua está íntimamente ligado a la salud de los bosques. Gran parte del agua que alimenta zonas urbanas como Ciudad de México procede de las cuencas forestales que las rodean, gestionadas en gran medida por líderes mestizos e Indígenas dentro de ejidos.
Los ejidos son áreas comunales de tierra, establecidas como parte de la reforma agraria que siguió a la Revolución Mexicana. Definidos por una orientación profundamente comunal y equitativa, los ejidos no se pueden vender ni dividir, y las comunidades locales gestionan en ellos actividades económicas y de conservación. Más de la mitad de la superficie terrestre de México se gestiona a través de ejidos comunitarios, lo que incluye muchas cuencas hidrográficas, bosques y ecosistemas vitales para las grandes ciudades. Algunos ejidos reciben financiación a través del programa estatal de Pago por Servicios Ambientales (PSA), pero debido a recortes presupuestarios más amplios y a la falta de apoyo a la conservación a nivel institucional, los esfuerzos de gestión forestal comunitaria de muchos ejidos requieren fuentes de financiación alternativas.
Nuestra asociación con Red MOCAF pretende ayudar a remediar esta situación, apoyando a los ejidos para que sigan llevando a cabo la vital labor de restaurar las cuencas hidrográficas y proporcionando incentivos económicos a los representantes de los ejidos. Dentro de nuestro proyecto piloto en Puebla, por ejemplo, colaboraremos con el ejido de Acolihuia para reforestar 9 hectáreas de tierras degradadas, al tiempo que equipamos a las mujeres locales con herramientas y formación para impulsar la producción artesanal de madera de desecho. Otros ejidos que trabajan con la Red MOCAF se dedican al ecoturismo, la agroecología, la educación medioambiental y la creación de viveros de árboles nativos, entre otros muchos esfuerzos para mantener tanto la salud ecológica como las oportunidades económicas locales.
Estas comunidades, en sus acciones cotidianas, afirman la comprensión de que restaurar ecosistemas más amplios es clave para conservar los recursos de los que todos dependemos. Ante un futuro incierto, la necesidad de agua puede dividirnos – o puede unirnos. El agua es un recurso intrínsecamente colectivo y su conservación seguirá requiriendo un esfuerzo profundamente colectivo.